Capítulo de Investigación
3
De las cifras a la realidad. Las industrias culturales y creativas en Latinoamérica: un escenario en construcción
From Figures to Reality. Creative and Cultural Industries in Latin America: a Scene under Construction
https://dx.doi.org/10.28970/eisbn.9789585498143.3
Introducción
Este ensayo expone algunas observaciones encontradas en entrevistas, lecturas de documentos y experiencias propias, donde se pueden esbozar puntas de lanzas de las industrias culturales y creativas (ICC) en Latinoamérica, para permitir un acercamiento a las que deberían ser las bases, estructuras y rutas a seguir, a partir de experiencias prácticas que lleven al fomento de estas industrias de manera concisa, colectiva y colaborativa en la región. De esta manera, este capítulo se compone de tres partes que incluyen la percepción de la autora con relación a estudios institucionales, documentos de otros autores y proyectos pilotos.
En la primera parte, se abordará un panorama general de las ICC, y el desarrollo en Latinoamérica, presentando de manera general los aportes de los diferentes estudios, un análisis de la relación de los cambios de consumo y las ICC, y su incidencia en las transformaciones socioeconómicas que plantean un abordaje más amplio del tema, en el que se identifica un cambio de paradigma al hablar de economía creativa y sus impactos en las dinámicas de desarrollo a nivel mundial.
En la segunda parte, se hará énfasis en dos casos específicos de proyectos laboratorios y en el que sus resultados pueden incidir en otros países latinoamericanos en procesos presentes y futuros: Colombia y Chile. Estos proyectos parten de problemáticas similares, pero abordajes diferentes, en el primero se desataca la necesidad de entender y estructurar formas y modelos diferentes para impulsar el emprendimiento cultural y creativo, junto aumentar la demanda de consumo de estos bienes y servicios a través de ejercicios dirigidos de formación y desarrollo de públicos. Así mismo, pensar en la creación de un ecosistema de ciudad que responda a las necesidades de estos sectores. Para el caso de Chile, se resalta la relevancia del trabajador cultural y creativo, sus condiciones, el empoderamiento de los actores y el trabajo en red.
En la tercera parte, se plasman algunas conclusiones que invitan a seguir pensando en el desarrollo de estas industrias dentro de nuestros contextos, idiosincrasias y realidades; la integración a nivel regional para intercambio de experiencias (buenas prácticas y lecciones aprendidas); y por último, ejercicios de circulación entre los países latinoamericanos, que permitan aprovechar esta oportunidad alrededor de las riquezas tangibles e intangibles de nuestros territorios.
Industrias culturales y creativas y el desarrollo en Latinoamérica
Comenzaremos citando a Christiaan De Beukelaer1 en Solés i Coll (2017), quien destaca que:
[…] gran parte del debate se basa en el supuesto de que las Industrias Culturales y Creativas impulsarán el desarrollo, pero luego argumentan que el propio sector necesita desarrollo. Esta es una falacia lógica: si lo que impulsa el desarrollo necesita desarrollo, entonces ¿cuál es exactamente la base o raíz de ese desarrollo?
Considerando lo anterior, si son las ICC un nuevo motor de desarrollo socioeconómico para Latinoamérica, ¿qué entendemos de esto? ¿Cuáles son las bases de este desarrollo en nuestro territorio? y ¿cómo estamos construyendo la manera en que este motor debe ser impulsado?
Hace algunas semanas escuchaba que hablar de una revolución en Latinoamérica puede ser confuso, porque más que revolución lo que se han visto son actos de rebeldía, entendiendo estos últimos como acciones rebote de movimientos que no están determinados por metas, sino que los atraen las realidades que impugnan (Guissani, 1984, pp. 36-38). Cuando encontramos en varios documentos o exposiciones que las ICC o la economía creativa son una revolución para Latinoamérica, puede ser que no contemplemos detalladamente lo que esto significa, las particularidades de nuestras culturas, las consideraciones políticas, hasta ideológicas, así como los fines y valores en relación con estas concepciones; de esta manera podríamos preguntarnos conscientemente si las ICC son una oportunidad para construir formas diferentes de desarrollo en nuestra región y posteriormente, si lo que concebimos y hemos apropiado en la actualidad sobre el tema, es algo propio de esta revolución o solo un efecto rebote de modelos externos.
Frente al cuestionamiento anterior, se revisan algunos de los modelos de desarrollo latinoamericanos planteados después de la Segunda Guerra Mundial, entre los que se destacan el enfoque estructuralista que fue un modelo excluyente, y posteriormente, el modelo neoliberal que Sonia Fleury (1999) define como “crecimiento sin distribución” y Héctor Silva Michelena (199) como “crecimiento sin desarrollo”. En el siglo XXI organizaciones como la UNESCO plantean que para que los países logren los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” debe haber una plena integración de la cultura, así como sistemas de gobernanza de la cultura y la creatividad que respondan a las exigencias y las necesidades de las personas como se menciona en la declaración de Florencia 4 de octubre 2014 (UNESCO, 2014). De acuerdo con lo anterior, ¿debemos pensar desde estas perspectivas que la cultura es un nuevo modelo de desarrollo, y en especial, latinoamericano?
Este último planteamiento ubicaría a la cultura y la creatividad como el eje articulador entre el desarrollo económico y desarrollo social, ¿pero si estamos orientando y reconociendo esta postura en las diferentes acciones gubernamentales y privadas sobre las ICC? En la actualidad nos hemos enfocado en soportar o argumentar la importancia de estas industrias desde una participación en el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestros países, resaltando solo su impacto en términos productivos, sin embargo, no en su rol más amplio como modelo. Más allá de pensar en una integración de Latinoamérica desde el enfoque economicista, ¿será la cultura la que podrá establecer “(…) una identidad de región institucionalizándola en una entidad política subcontinental a través de la formulación de un discurso propio, posibilitando la realización histórica del Estado continental desplazando el estado ciudad a través de la integración política?” (Briceño, Rivarola y Casas, 2012, p. 75).
En este escenario en construcción, la reivindicación de la cultura como base o eje transversal se convertiría en la integradora de modelos de desarrollo, al reconocer los aportes de aquellos que ya fueron implementados, así como las concepciones de desarrollo sustentable, desarrollo como libertad, desarrollo humano o de escala humana, que alcanzan nuevas implementaciones, sin quedarse únicamente como planteamientos teóricos.
Desde hace un poco más de trece años tenemos investigaciones relevantes sobre el valor que tiene la cultura, el arte y la creatividad, gracias a organizaciones como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencias y la Cultura (UNESCO), la OEI, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entre otras. Esta importancia se resalta desde dos campos: el primero, la base más amplia que es su integración en los parámetros del desarrollo sostenible, y el segundo, más particular y reiterativo, la parte económica y productiva. Al parecer, esta última concepción es la que ha generado una serie de actividades y algunas veces procesos alrededor de capacitaciones en emprendimiento o asesorías empresariales, leyes de impulso a la productividad de las ICC, convirtiéndose en temas específicos que conllevan al tema en un ejercicio más y no como la anhelada revolución a la que tanto se apela.
Desde las dinámicas productivas, se ha alcanzado un gran interés por las ICC por parte de los gobiernos latinoamericanos, pero seguimos en su exaltación gracias a un boom de discursos y acciones que al parecer se convierten en referentes a copiar y seguir, sin hacer una reflexión más completa de lo que conllevan estos procesos de manera trasversal o global en cada país. Aún evidenciamos movimientos fraccionados o en el mejor de los casos, intentos de integración de diversas áreas u oficinas en pro del tema, pero sin concebir o aterrizar lo que muchas veces escuchamos: la cultura como base, trasversal o el todo de nuestras sociedades.
Nos estamos enfrentando con un cambio que parecía ser muy tímido, una arista más para interpretar e impulsar, pero sorprendentemente mientras más nos sumergimos en lo que creía tan básico o esencial —pero que era paisaje—, nos tropezamos con la columna de los cambios en tendencias de consumo de las nuevas generaciones, la responsabilidad cultural-ambiental con relación al uso de los recursos, las variaciones en los modelos de empleabilidad, y entre otros, la organización territorial urbana o rural. Ahora bien, nos encontramos con un camino largo, donde apenas superamos exponer y que nos entendieran de qué estábamos hablando, la importancia del tema, y comenzamos una especie de experimentos de juego de roles, de empoderar los actores creativos —que en muchos casos más que orientar los desorientamos—.
Lo anterior con el ánimo de responder a una sobreoferta que se ha dado de manera natural, pero que en los últimos años ha sido promovida por la apuesta de las ICC, en un momento de transición de las formas de intercambio, generadas por las nuevas tecnologías y, por último, pero no menos importante, en la aceptación como consumidores de pagar por bienes y servicios intangibles.
El replanteamiento de orden y estructuras (las nuevas convenciones, formas de relación o intercambio, y lo que estamos creando y necesitando), invitan a repensarnos en la flexibilización o construcción de cambios en los modelos para el desarrollo y bienestar socioeconómico, a configurar posturas históricas de las ciencias económicas y consecuentemente a otras áreas profesionales. Podemos notar parte de esto, en el estudio de Aguado, Palma y Pulido (2017) sobre las consideraciones planteadas en el artículo “50 años de economía de la cultura. Explorando sus raíces en la historia del pensamiento económico”. Se suman a lo mencionado, los diversos planteamientos entre crecimiento y desarrollo, de autores como Amartya Sen (2000) y un sinnúmero de estudios de consumo en generaciones como los millennials. Como podemos observar en las siguientes imágenes, donde se determina una reorganización de nuestras concepciones, planteamientos y acciones:
Si sumamos la cultura, los nuevos manejos del tiempo y formas de empleo, el cambio de paradigmas en las formas de vida, las nuevas de tendencias de mercado y su relación con las ICC; estamos demarcando una priorización diferente, donde el enfoque social nos lleva al desarrollo económico y no al contrario, dando espacio a la búsqueda de bienestar más que del crecimiento económico per se. Esta nueva conciencia donde la productividad puede estar asociada al bienestar, la podemos observar detalladamente en la figura 2. Lo anterior sugiere una inclusión de variables o ajustes en la interacción de la cadena de desarrollo planteada por la Cepal, puesto que las dinámicas culturales, creativas y artísticas deberán analizarse frente a las vinculaciones con y entre el desarrollo social y el crecimiento.
Estas relaciones entre lo social, lo económico, lo cultural y creativo, nos orientan a hacernos la siguiente pregunta técnica ¿estamos abordando los diferentes programas, proyectos y acciones de promoción de estas industrias desde estas reflexiones?, parece que se ha intentado promover un ejercicio más escueto, al desconocer la necesidad de integrar diferentes contenidos y experiencias existentes desde hace muchos años, que si bien podrían enmarcarse no desde las ICC, sino desde las relaciones entre cultura y desarrollo que pueden brindarnos bases más amplias de lo que estamos promoviendo. El verdadero reto será comprender lo que algunos investigadores y teóricos como Amartya Sen, Guilles Lipovetsky, Zigmunt Bauman, Gabriel Tarde, Ken Robinson, ―por mencionar algunos, especialmente de las ciencias sociales―, han querido explicarnos, pero que no los articulamos a los ejercicios prácticos. De esta manera, las variaciones actuales tanto de consumo como en los procesos creación, producción, distribución (alrededor de las nuevas tecnologías), y sus consecuencias en términos de las formas de empleabilidad, hacen necesario comprender que en estos nuevos escenarios existen muchas piezas (educación, economía, desarrollo, tecnologías, etc.), que deben integrarse para determinar los verdaderos alcances de este nuevo motor de desarrollo.
En los últimos ocho años se han instaurado algunas bases que van desde guías para establecer los parámetros gubernamentales y en general territoriales, así como la necesidad de generar mediciones que contemplan las cuentas satélites de cultura y que identifican la participación de estas industrias en el PIB. En estos años también hemos observado un incremento en la cantidad de encuentros, seminarios y foros, los cuales resaltan algunos puntos como las políticas públicas, los derechos de autor, las fuentes de financiación, la construcción de distritos-ciudades creativas, entre otros. Pero al estar atomizados, estos eventos han hecho que en Latinoamérica giremos entorno a referentes y panelistas que se orientan y han ahondado en los seis modelos existentes en la actualidad (Seco y Gainza, 2018, p. 37)2. Estos modelos han permitido a los países asumir una definición y una clasificación para la medición, como el adoptado por el Reino Unido, el concepto de “Industrias Creativas”, con la creación del Departamento para la Cultura, Medios de Comunicación y Deporte (DCMS), de círculos concéntricos de Throsby en el caso de la medición realizada por Chile en el 2014, y de Colombia, las “Industrias Culturales” acogido por la UNESCO y la UNCTAD. Estas diferencias delimitan una evaluación paralela en Latinoamérica, y nos hace pensar cuál debería ser la forma o ruta estratégica que como territorio podemos apropiar entendiendo la cultura no solo como el cuarto pilar de desarrollo sostenible, sino como nos invita Keith Nurse a concebirlo como el pilar central (UNESCO, 2013, p. 51).
La implementación de estas políticas culturales y demás procesos en búsqueda del impulso de las ICC, tienen consideraciones de aquellos contextos donde las identidades lógicamente se articulan a nuestras historias, algunas de dictaduras, otras de guerra y demás situaciones por las que nuestros territorios han tenido de sobrellevar. Las multi e interculturalidades ahora se convierten en costumbres y contenidos valiosos, es decir, la diversidad repercute de manera positiva en los procesos creativos de enfoque social y económico. Sin embargo, los movimientos de las ICC parecieran que promueven una homogenización implícita, porque en el afán de aprovechar el boom económico se nos comienza a perder la esencia de lo que somos no solo dentro de las estrategias comerciales sino dentro dinámicas más amplias que se relacionan a la búsqueda de soluciones a las problemáticas existentes en cada uno de nuestros países. ¿Por qué ha sido tan complejo comprender, y mucho más implementar de manera efectiva las recomendaciones de las Naciones Unidas en las que se establece la cultura como base para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Latinoamérica? Al parecer algunas de las razones se encuentran en la posición de la cultura en nuestros países, también en la reciente incorporación de la innovación, creatividad, emprendimiento, en los programas de desarrollo en los últimos años.
Nos hemos preocupado tanto de la participación de las ICC en el PIB como argumento para destacar y mostrar la relevancia de estas industrias, que estas cifras en muchas ocasiones no reflejan todos los efectos cuantitativos y cualitativos que estas industrias promueven, y las implicaciones directas con los actores culturales y creativos, y que sería importante medir de una manera cercana. Por ejemplo, en este sentido podemos valorar factores cualitativos que contribuyen al bienestar individual y colectivo como las costumbres de comunidades, las concepciones de libertad creativa y de manejo de tiempos de emprendedores jóvenes, las interconexiones entre emprendimientos que han posibilitado hasta el momento la sostenibilidad de estos, entre otros, o como lo mencionan conjuntamente Buitrago y Duque “el desarrollo del talento, la propiedad intelectual, la conectividad y la herencia cultural de una región” (2013, p. 10). También podríamos resaltar otros aspectos no tan positivos en relación con la calidad de los empleos y la estabilidad económica en el largo plazo, estudios que se han adelanto por autoras como Ángela McRobbie (2016) para Europa y Reino Unido y que sería interesante iniciar para América Latina. Podemos ahondar el tema de las cuentas satélites en documentos como el “Estudio comparativo de cultura y desarrollo en Iberoamérica” de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en el 2016, en el que encontramos un análisis detallado de la región. No nos adentraremos en la información que podremos encontrar en los estudios (que están actualizados y desglosados, y se incluyen en la bibliografía), solo abordaremos algunos datos de reflexión para entender las dinámicas de estas industrias en la región:
En este gráfico de la comparación de la Cuenta Satélite, podemos observar la relación de empleo y participación en el PIB de seis países de la región con participaciones que van de 3.8% en Argentina (2012) y 0,8% en Uruguay (2009). También observamos el porcentaje de empleos que generan estas industrias registrando un máximo de 3.9% para Colombia en el año 2017, y un mínimo de 1.7 % para Costa Rica en el 2012. Observemos cómo este consolidado por parte de Nomismae Consulting, presenta la compilación de datos de años distintos, y que precisa las dificultades actuales con el sistema de cuentas satélites en nuestros países, no solo de la continuidad de sus mediciones, sino también desde las variables y formas en las que se realizan. Así mismo, tenemos, en consecuencia, valores diferentes en la información generada por el BID (2013) (ver tabla 1), puesto que como se indicó, estas cifras varían según la metodología de medición.
País | Año | Participación en la economía | Participación en el empleo | Razón participación económica/participación en el empleo |
---|---|---|---|---|
Argentina | 2011 | 3,8 | 3,2 | 1,2 |
Brasil | 2011 | 2,7 | 1,8 | 1,5 |
Chile | 2009 | 1,6 | 2,3 | 0,7 |
Colombia | 2006 | 3,3 | 5,8 | 0,6 |
Ecuador | 2001 | 1,8 | ... | ... |
Guatemala | 2009 | 7,6 | 7,1 | 1,1 |
México | 2003 | 4,8 | 11,0 | 0,4 |
Panamá | 2006 | 6,4 | 3,2 | 2,0 |
Paraguay | 2010 | 3,9 | 3,3 | 1,2 |
Perú | 2009 | 2,7 | 4,5 | 0,6 |
Uruguay | 2005 | 3,4 | 4,9 | 0,7 |
Venezuela, Rep. Bol. de | 2001 | 1,6 | ... | ... |
Nota: OEI (2014, p. 298).
Estas cifras que relacionan el aporte de la economía naranja a la economía, a pesar de ser significativas no se comparan con la misma relación con los aportes generados en China, Reino Unido y Estados Unidos. Es oportuno ahora mostrar el gasto que los gobiernos de la región destinan a la cultura:
Estas cifras generadas por la Cepal nos muestran que la inversión más alta la realiza Cuba y la menor Paraguay. Según el informe de Cultura y Desarrollo Económico en Iberoamérica realizado por la oei y la Cepal:
[…] durante la X Conferencia Iberoamericana de Cultura, celebrada en Chile en 2007, se estableció que una de las metas para construir el espacio cultural iberoamericano es la de destinar el equivalente al 1 % del gasto público total al sector cultural. Dicha meta ya la habrían cumplido Costa Rica, Cuba, España y Portugal, y Nicaragua estaría muy cerca. El resto de países aún tienen por delante un importante desafío. (2014)
Prosiguiendo con el tema, se resalta que los países deberán además incluir los gastos realizados desde otras áreas diferentes a cultura (educación, comercio, industria, turismo, etc.) que repercuten directa y positivamente sobre las ICC.
Otro de los datos a destacar es el porcentaje de apoyo a la cultura de la Ayuda Oficial para el Desarrollo, los cuales van de un 0.1% en Panamá a un 4,5% en Uruguay para los años 2011 y 2012. Estos bajos porcentajes denotan que aún no hay claridad de los beneficios que articulan los procesos culturales en términos socioeconómicos, y que aún es necesario que las diferentes organizaciones entiendan a la cultura desde una connotación más amplia, es decir más allá de lo lúdico, la recreación y el manejo del ocio. La explicación de los impactos que repercute no solo en una priorización sino también en la transversalidad de la cultura en los diferentes programas y proyectos a implementar.
Continuando con las características de las ICC en Latinoamérica, existen dos análisis relacionados con las nominaciones y priorización del tema. En el siguiente cuadro se contempla las diversas nominaciones de los países iberoamericanos, como podemos observar se determinan cuatro categorías de nominación para 19 países, y dentro de las cuatro, las dos últimas que son, se usan indistintamente y otras denominaciones, nos muestran con más contundencia la diversidad con la que nos enfrentamos al pensar en una plataforma que reúna una estrategia de región.
Tipo de nominación | Países |
---|---|
Industrias Culturales | Bolívia, Cuba, Colombia, El Salvador, Paraguay, Perú |
Industrias Creativas | Argentina, Uruguay |
Se usan indistintamente | Guatemala, Panamá, España, República Dominicana |
Otras denominaciones | Brasil, Costa Rica, Chile, Ecuador, Honduras, Portugal |
Nota: tomada de OEI (2016, p. 76).
En cuanto a la priorización de los países, observamos cómo dentro del estudio realizado por la OEI para el año 2014, clasifica en tres niveles la prioridad que los gobiernos le otorgan al desarrollo de las ICC. Encontramos en muy alta aquellos países que han creado secretarias o subsecretarias de economía creativa como el caso de Brasil y Argentina; en media y no es prioridad, países como Colombia, que dentro del Ministerio de Cultura cuenta con un Grupo de Emprendimiento Cultural, y Panamá donde no se identifica ningún área.
Prioridad | Países | Citas Casos |
---|---|---|
Muy alta (5) | Argentina Brasil Chile Honduras República Dominicana | Para Brasil, “A partir de 2003 el Ministerio de Cultura comienza a hablar de una manera sistemática la dimensión económica de la cultura, en que se pueden destacar cinco momentos clave: el desarrollo de la Secretaría de la Economía Creativa (2013) y de un basado en el concepto de economía creativa; la formulación del Programa Nacional de Economía de la Cultura (2015) por la Secretaría de Políticas Culturales que retoma la perspectiva del enfoque de la unesco para la economía”. |
Alta (7) | Bolívia Costa Rica Ecuador El Salvador España Guatemala Paraguay Perú | Para El Salvador, “El actual gobierno ha organizado su accionar en el Plan Quinquenal de Desarrollo 2014-2019. En el mencionado Plan, se establece el objetivo 8, que refiere a “impulsar la cultura como desarrollo, factor de cohesión e identidad, y fuerza transformadora de la sociedad”. |
Media (3) | Colombia Portugal Uruguay | En el caso de Colombia, “En el momento el Área encargada del tema de Industrias Culturales (Grupo de Emprendimiento Cultural) no tiene un carácter jerárquico de dirección, esto implica que no tenga un presupuesto equiparable con las direcciones del Ministerio”. |
No es prioridad (1) | Panamá | Para Panamá, el sector “no es prioridad en estos momentos”. |
Nota: tomada de OEI (2016, p. 84).
La prioridad está concebida tanto por el tamaño y densidad poblacional de cada país, de sus aparatos burocráticos, y principalmente por la cantidad de personal dedicado tiempo completo a estas áreas. Esta información coincide en la conclusión anterior de las nominaciones, considerando que sería interesante de acuerdo a estas categorías, evaluar el nivel de priorización y los resultados/ aportes que hacen las ICC —especialmente en lo económico— en cada país.
Después de hacer este recorrido de la relación entre la cultura, creatividad y desarrollo, y los avances de las ICC en Latinoamérica, podemos observar claramente cómo nos encontramos en un escenario en construcción, donde aún debemos ubicar cuál es punto de partida en términos conceptuales, de escuelas de pensamiento, así como ejercicios prácticos que nos confirmen o revaliden las promesas de estas industrias, o nuevas economías alrededor de la cultura y la creatividad. Considerando lo anterior, se eligieron dos experiencias latinoamericanas para mostrar de manera general sus prácticas y resultados en la implementación como proyectos pilotos de las ICC. Esta presentación invita a encontrarnos alrededor de las ICC como latinoamericanos, para re-conocer estas y otras experiencias, intercambiar aprendizajes y construir propuestas colectivas en pro del desarrollo socioeconómicos de la región.
Casos: Colombia y Chile
“Toda economía necesita para satisfacer sus necesidades, de lo que se produce y se realiza, en poco tiempo Industrias Culturales de Cali visualizó al sector cultural en el campo de lo económico, motivando el emprendimiento de jóvenes inquietos por su identidad caleña, dotándolos de herramientas para hacer realidad sus sueños y haciendo evidente que la cultura puede ser un motor de desarrollo económico y engranaje social.
En lo cualitativo Industrias Culturales de Cali, generó diálogos horizontales, francos y críticos en atmósferas de hermandad latinoamericana”
(Téllez,2014)3.
Nos encontramos así con un sinnúmero de estructuras con relación a las ICC en Latinoamérica que dificultan el trabajo de compararlas, e integrarlas y potenciarlas en la región. Aún nos encontramos en la identificación de instrumentos o técnicas, de formas de análisis de la información y criterios de interpretación que contribuyan a una estrategia continental. Así mismo, es interesante pensar que si bien hemos considerado la formación, financiación, internacionalización, las nuevas tecnologías, etc., estos temas se contemplan desde ciertas posiciones que aún no logran ir al mismo tiempo en que los actores de las ICC hacen uso de estos.
Cada país en Latinoamérica ha venido trabajando en sus políticas culturales, y en consecuencia, en algunos de ellos, existen actualmente beneficios para los sectores audiovisuales, de diseño, los espectáculos públicos, los distritos creativos y culturales y las convocatorias generales para las ICC; sin embargo, como región, no se ha definido una estrategia de manera colectiva que facilite el intercambio de experiencias, la normalización de algunos procesos y beneficios y el considerar las diferencias (monedas, poblaciones, estructuras gubernamentales, coyunturas, etc.) que conllevan a resultados más amplios y conviertan al territorio en un espacio más competitivo.
Es necesario construir herramientas de evaluación que permitan clasificar resultados, si bien se identifican casos y buenas prácticas en casi todos los países, estos responden a diferentes enfoques de la cultura y la creatividad. Además de determinar con gran rigurosidad lo que estamos esperando de las ICC en la región, cumpliendo como se hace en el arte, un buen ejercicio curatorial, que se conecten aquellos procesos que cumplan con una acción de investigación, creación o de capital confianza y que facilitan reconocer cómo proceder, más allá de cifras y resultados relacionados con los números del aporte al PIB. Así mismo, evaluar los alcances de los procesos formativos, si bien estos buscan dejar capacidades instaladas, en muchos casos, solo generan un reconocimiento de la importancia de organizarse y de contratar o aliarse con otros profesionales. Es por esta razón, que los proyectos piloto y los equipos de evaluación constantes, que puedan registrar no solo los cambios numéricos sino aquellos que nos permiten estructurar que es lo que quisiéramos alcanzar y que debemos medir, son tan relevantes en este momento para las ICC.
Es fundamental identificar y estudiar todos los programas o proyectos que se han desarrollado en Latinoamérica gracias a la cooperación internacional junto con los gobiernos y entidades privadas, para reconocer sus respectivas evaluaciones (consideraciones, buenas prácticas y lecciones aprendidas) y entender que su implementación determina unos lineamientos de análisis en el corto, mediano y largo plazo. Esto, al parecer, porque los apoyos dados desde la cooperación internacional tenían una concepción desde lo social y no de exploración de un nuevo sector o economía, alejando a estos ejercicios como experiencias claves en la selección de variables e impactos de estos procesos pilotos. La idea es seguir robusteciendo una bolsa de ejemplos y documentos, con unas muy buenas y amplias intenciones, pero que son vistas como ideales, o en el mejor de los casos como lineamientos, pero que necesitan de una apropiación contundente tanto de los gobiernos nacionales, locales, como también, por los actores creativos y culturales.
De esta manera, se toman dos ejercicios Latinoamericanos: el Proyecto Industrias Culturales (PRIC) Cali en Colombia, y Trama en Chile que consiguieron ser unas buenas plataformas de observación, debido a que generaron otro tipo de procesos, acciones y herramientas más allá de un proceso formativo. El instaurar un espacio básico de encuentro, de diálogos e integración entre diferentes emprendedores, con el acompañamiento de un equipo que más allá de brindar respuestas, permitió crear lazos de confianza, consolidar una comunidad, e identificar problemas, así como alternativas de soluciones conjuntas. Es interesante ver que en algunos de los documentos referenciados en este capítulo se mencionan algunas recomendaciones como las de la Comisión Europea citada en el año 2015, quienes indican que “Los emprendedores culturales y creativos necesitan aprender a funcionar en entornos multidisciplinarios donde pueden conocer a otros emprendedores de otras industrias. Esto significa que los hacedores de políticas públicas tienen que probar y mejorar el apoyo a las empresas para facilitar los vínculos y los efectos indirectos”; sin embargo, estas conclusiones ya estaban siendo consideradas en proyectos como los mencionados en contextos latinoamericanos desde el año 2009.
Estas dos experiencias tuvieron las siguientes características:
- El PRIC Cali, fue un proyecto apoyado por el BID, el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), la Caja de Compensación Familiar del Valle de Cauca (Comfandi), el Ministerio de Cultura de Colombia, la Secretaría de Cultura de Santiago de Cali, la Cámara de Comercio de Cali, la Asociación Metrópoli-Intervida y la Universidad Icesi. Este fue un proyecto piloto público-privado articulado a dos proyectos hermanos también apoyados por el bid y el Fomin en Cartagena y en el departamento del Cauca.
- Proyecto Trama: Red de Trabajadores de la Cultura, iniciativa financiada por la Unión Europea, contó con la colaboración del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y su directorio constituido por las corporaciones culturales Matucana 100, Balmaceda Arte Joven, el Observatorio de Políticas Culturales y el Programa Santiago Creativo de Corfo. Proyecto de país con apoyo público y privado.
Proyecto Industrias Culturales Cali | Proyecto Trama |
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Objetivo Contribuir al progreso socioeconómico de la ciudad de Cali, impulsando y posicionando a las industrias culturales como nueva fuente de desarrollo y de oportunidades. | Objetivo Mejorar la empleabilidad y sustentabilidad económica de los trabajadores de la cultura, sus acciones se orientan a capacitar, articular, asesorar y profesionalizar a este sector; incubar emprendimientos creativos, generar convenios de circulación, fomentar el respeto por los derechos laborales y formular propuestas de políticas públicas. |
Tiempo 2009-2014 | Tiempo 2014-2017 |
Recursos 3.4 millones de dólares | Recursos Un millón de euros |
Sectores Artes escénicas, diseño, editorial, audiovisual y patrimonio. | Sectores Artes escénicas, artes visuales, música, literatura y artes audiovisuales. |
Número de participantes 284 empresas culturalse | Número de participantes 6871 personas, 60 emprendimientos |
Componentes I. Creación y aceleramiento empresarial. II. Medios de soporte a la productividad de la industria cultural. III. Alianzas empresariales. IV. Redes de instituciones culturales organizadas y dinámicas. V. Sostenibilidad. | Ejes temáticos I. Potenciar un mercado para las artes. II. Formular propuestas de políticas públicas. III. Profesionalizar los trabajadores de la cultura en gestión y capacidades técnicas. IV. Fomentar el respeto por los derechos de los trabajadores de la cultura. |
Nota: elaboración propia
Ambos procesos fueron concebidos como apuestas, es decir, se permitió una libertad de experimentación en las formas de entender y de generar soluciones a los problemas encontrados, de las que resultaron dos líneas fuertes en cada país, estas son: Emprendimiento en Colombia y Empleabilidad en Chile.
Caso: industrias culturales Cali
En el caso de emprendimiento en Cali, el Modelo de No Modelo (MNM), conllevó a que las universidades y organizaciones establecieran formas diferentes de concebir este tipo de emprendimiento. A pesar de que al inicio se manejaban estructuras convencionales de formación para el emprendimiento (cursos generales de administración, mercadeo, finanzas, etc.; implementado para cualquier sector), el ejercicio de desaprender para aprender fue un asunto que requirió de tiempo y de inmersión en los distintos escenarios de los actores culturales y creativos, es decir, una participación activa en los diferentes espacios de creación, producción, exhibición, distribución de sectores como el audiovisual, diseño, artes escénicas, editorial y patrimonio.
Crear el MNM permitió formar un ecosistema de emprendimiento cultural en la ciudad basado en la integración, el trabajo en red, la experimentación, investigación y documentación, mientras se entendían conocimientos expuestos en artículos relacionados con dichas temáticas, que aportaban numerosas herramientas para concebir modelos de negocios, pero que al final —en especial para este tipo de emprendedores y empresarios— eran solo eso, herramientas, por lo que fue necesario observar cada paso o fase de estas iniciativas, así como los eslabones de la cadena de valor a nivel macro, para ajustar o crear procesos particulares y mejorar los resultados en los campos administrativos, productivos y especialmente, el de comercialización.
Como piloto, muchos ejercicios sirvieron de aprendizaje más allá de alcanzar un resultado puntual. En ambos casos (Cali y Chile), se pudo observar que eran necesarios tiempos más amplios, dado el manejo de un tema nuevo. Si bien el proyecto realizó un sinnúmero de investigaciones donde se identificaron rutas de aprendizaje como referentes para la implementación, para 2009, año en el que se da inicio el proyecto, no se encontró mucha información de programas o acciones similares en el mundo que se estuvieran desarrollando de forma paralela4. Por lo anterior, el proyecto tuvo que entender y aprender haciendo y valerse de asesores nacionales e internacionales (que normalmente eran especialistas en temas específicos y fueron convocados para implementar las diversas acciones: diplomados, talleres, asesores, etc.). Otro proceso por mencionar fue el de misiones internacionales; y el más importante, los encuentros constantes con los emprendedores y empresarios, quienes expusieron toda una serie de aprendizajes relacionados con sus experiencias, que en algunos casos concebían largas trayectorias y conocimientos claros en derechos, leyes, acciones de formación de públicos, convocatorias, entre otras; con cansancios generados por la falta de priorización del tema por años, a nivel municipal o nacional, pero con anhelos de transformaciones por este tipo de procesos. Varios puntos se desatacaron desde el año 2010 en este pilotaje que permitieron generar una base de dificultades y/o necesidades, y que posteriormente fueron abordados por especialistas o en la construcción colectiva de alternativas de solución: escasez de demanda (público consumidor dispuesto a pagar), cadenas de valor, claridad en los procesos de derechos de autor, contratación, circulación, fuentes de financiación, beneficios tributarios y la articulación con la tecnología y el ecosistema ICC.
Como resultados generales del Proyecto, se destacan:
- La creación de un ecosistema cultural y creativo construido con el apoyo de siete universidades de la ciudad.
- La consolidación de comunidades y redes en sectores como el audiovisual, la música, el patrimonio, las artes escénicas y el diseño.
- La participación activa en la creación de la política pública para el fortalecimiento del sector.
- La promoción de la riqueza artística y cultural de Cali en los Mercados culturales nacionales e internacionales, llegando incluso a crear el Primer Mercado Musical de la región Pacífico.
- Las empresas de base cultural demostraron un crecimiento acelerado en los últimos dos años en términos de empleos e ingresos, reportando un 70% y 80% respectivamente. Evidenciando una participación incluyente y una mejora en la calidad de vida relacionada.
- Desarrollo de 17 investigaciones en temas enmarcados en las Industrias Culturales y Creativas, entre las más importantes: la Cuenta Satélite de cultura para Cali; estudio de gasto y consumo cultural en Cali 2013; caracterización de cadenas de valor para empresas de base cultural.
- Creación de un plan estratégico para potenciar los imaginarios alrededor del Centro Histórico de la ciudad, con el fin de encontrar los elementos que componían la identidad de Cali.
- Realización de cinco diplomados especializados en: Creación y gestión de empresas de base cultural, Periodismo cultural, Mercado Cultural, Formación de Públicos para museos, y Administración de empresas culturales. Cuatro de los cinco diplomados fueron realizados basándose en una investigación teórica mundial y, a su vez, basados en las necesidades concretas de los emprendedores en la ciudad.
- Más de 9500 horas en asesorías sobre planeación estratégica, derecho laboral y comercial, costeo abc, comercialización, mercadeo cultural, calidad, gestión tributaria y contable.
- Creación de un programa piloto de gerentes culturales, con seis empresas de base cultural.
- Creación de un simulador para plan de empresa.
El PRIC Cali fue la primera experiencia local y posiblemente el referente nacional, que tomó de forma integral y durante los cuatro años, el marco de acción nacional de promoción de las Industrias Culturales 2010-2014.
El PRIC Cali fue una experiencia que trascendió lo local, y actualmente es un punto de referencia latinoamericano al ser un laboratorio en el que se aplicaron las estrategias planteadas por el Conpes 3659 (2010); el conocimiento generado a partir de la retroalimentación con los emprendedores culturales; y las experiencias aprendidas de otros programas y proyectos a nivel mundial.
El asimilar que el proyecto sería una apuesta colectiva para tener resultados efectivos y sostenibles en el tiempo, más allá de un aporte individual o capital semilla, fue el desafío más grande. Así mismo, se entiende que este tipo de procesos llegan a las diferentes comunidades con aportes económicos para mejorar la productividad, sin embargo, el proyecto apoyaba y acompañaba a los participantes seleccionados a través de consultorías, asesorías, capacitaciones, desarrollo de estrategias de comercialización y mercadeo, viajes relacionados al desarrollo de las iniciativas y documentación. Estos apoyos fueron manejados desde el proyecto y debían tener una contrapartida por parte de los participantes. El ejercicio de contrapartidas, no solo ayudó a generar compromisos compartidos, sino también, contribuyó a generar actividades de cooperación entre los actores, donde se transferían experiencias y conocimientos. Un ejemplo de esto fue la manera en que los diferentes sectores iniciaron un fortalecimiento entre ellos, así el emprendedor audiovisual enriquecía las creaciones musicales (y viceversa), los de teatro complementaban al sector musical y audiovisual, los del campo editorial generaban ideas y herramientas para los demás sectores, al igual que los actores del sector patrimonio.
El MNM posibilitó destacar la creación (el bien o servicio) como esencia del emprendimiento más allá de las herramientas empresariales a utilizar. De esta manera, los emprendedores concluyeron después del proceso formativo que hacían parte de la economía creativa y cultural, y tal vez de acuerdo con sus tiempos y habilidades, algunos manejaron, tanto la creación como lo empresarial, y en el caso que no, lograron que se consideraran la integración de profesionales de estas áreas para que se integraran a sus empresas. Así mismo, los emprendedores identificaron claramente la debilidad de no tener una demanda que respondiera a la oferta de bienes y servicios culturales y creativos, e iniciaron acciones individuales y colectivas para la creación de públicos, interesados en construir un mercado que respondiera a la competencia y a las nuevas tendencias de la globalización, con la misión de apoyarse en la identidad y en lo local.
Durante su periodo de implementación se aprovechó el carácter de pilotaje del Proyecto y se identificaron las limitaciones y problemas anteriormente mencionados de los emprendedores de este sector (y que en particular se aumentaban en una ciudad como Cali, dado que no es ciudad capital) , pero comprendiendo que las soluciones debían pensarse en un escenario más amplio, puesto que no se podían delimitar las ICC como una línea más de generación de empleos e ingresos, sino que abarcaran planteamientos de desarrollo socioeconómico de nuevos paradigmas de consumo y generacionales, que van desde la educación (el auge de programas relacionados con arte, cultura y creatividad), las nuevas tecnologías, y el consumo de intangibles en la actualidad.
Resultados y recomendaciones
Se identificó la necesidad de continuidad de los procesos, si bien la meta era la constitución de una entidad público-privada, esta no fue posible dado los requerimientos como la aprobación por parte del Concejo de Cali y la coyuntura en el momento de cierre o transición del proyecto. Esto conllevó a que se continuaran acciones individuales por parte de los aliados y emprendedores, pero se perdió la integración que había logrado el proyecto. Aquí es importante revisar modelos institucionales que faciliten procesos de largo plazo para lograr un desarrollo continuo del tema.
Se logró la consolidación de herramientas tales como los Instrumentos de Selección de Emprendedores Culturales (ISEC), la línea base, las estructuras para la certificación de calidad para este tipo de empresas, el simulador ajustado a empresas culturales y contexto; y contenidos para procesos formativos ajustados a los requerimientos establecidos por los actores culturales. Elementos que pueden ser la base para otros proyectos que estén promoviendo las ICC.
Es imperante la integración de la educación para resaltar el rol de la cultura y creatividad en educación básica y secundaria, así como la transversalidad de la cultura en los diferentes programas de educación superior. También, la disposición para la investigación de las universidades sobre el tema, incluyendo las oficinas de emprendimiento, que pueden contribuir en estudios de casos y aportar desde acciones piloto de asesorías, formación y acompañamiento, más allá de ver oportunidades de comercialización de programas de educación.
Es necesario observar la integración de los proyectos con las nuevas tecnologías y reglamentación de derechos de autor; y a su vez con los planteamientos de las economías colaborativas para proyectar las características de estos nuevos modelos económicos.
El empoderamiento y la participación de los actores culturales y creativos, identificándose como parte de estas cadenas de valor, sin perder la esencia de sus obras; se convierte en algo vital para la creación de mecanismos, herramientas y procesos coherentes a lo que se proyecta como resultado de las ICC.
El posicionamiento de las ICC debe buscarse desde su transversalidad con los demás sectores; y paralelamente, la articulación con otras plataformas nacionales e internacionales.
Caso: Proyecto Trama, Chile
Este proyecto consistió en la creación de una red de trabajadores de la cultura, con resultados muy importantes para mejorar las condiciones laborales y la sustentabilidad económica de los artistas. Este también fue un proyecto que articuló diferentes instituciones público-privadas, teniendo un alcance mayor, puesto que concibió varios territorios del país (Antofagasta, Valparaíso, Maule y Metropolitana), promoviendo la asociatividad y empoderamiento de los actores de las ICC.
La base de implementación del proyecto se ubica en los resultados del primer estudio que se realizó denominado “El escenario del trabajador cultural en Chile”, que develó los múltiples problemas del sector, desde la precariedad y las malas las condiciones laborales, hasta las dificultades para la creación, producción y distribución de las obras. A partir de esta información, se edificaron las diferentes acciones del Proyecto Trama, así como un diagnóstico para diversas organizaciones. Otro documento que fue construido a través de la participación de los actores culturales en diferentes espacios y acompañado por expertos fue la “Agenda Trama”, que fue entregada a diferentes entes gubernamentales logrando una incidencia política para la adaptación de algunas medidas.
Dentro de los ejes principales y resultados, se consideró la instauración de espacios para la conformación de redes e intercambios comerciales. También dentro de los procesos formativos se incluyeron un seminario, dos encuentros Citylab y capacitaciones en gestión cultural, formación para técnicos de espectáculos en vivo, iluminación escénica, escenografía y tramoya. Así mismo, se establecieron estrategias de comunicación amables para identificar fuentes de financiación. Por otro lado, se desarrollaron actividades para la creación y fortalecimiento de las asociaciones culturales. Como parte de una estrategia de difusión se creó una campaña de los derechos laborales y de autor de los trabajadores de la cultura (#elartenuestrotrabajo), acompañado de charlas de buenas prácticas profesionales para artes escénicas, artes audiovisuales, literatura y música. Otro de los documentos importantes que resultaron, fue el “Manual de gestión para cooperativas en cultura” que se acompañó de un encuentro internacional sobre el tema. Los resultados se enmarcaron en la generación de conocimientos, empoderamiento como trabajadores de la cultura y la creación de redes, siendo elemental las constantes reuniones entre el equipo coordinador y los participantes.
En los estudios realizados por el proyecto relacionados con las condiciones laborales, se identificó que existía una mayor informalidad contractual y de procesos en este tipo de trabajadores comparado con otros sectores, por lo cual se reiteró la pertinencia de un órgano fiscalizador del Ministerio del Trabajo en unión con Ministerio de Cultura para que se cumplieran las normativas laborales para el sector, donde también se considerara la creación de un Fondo solidario para la vejez. Estos puntos hicieron parte de 81 propuestas presentadas al gobierno de Chile para su revisión e inclusión.
Resultados y recomendaciones
Es necesario destacar que la cultura sea reconocida como un derecho y que el Estado tenga las herramientas para avanzar en esta materia. Asimismo, se espera fomentar la descentralización de la cultura y aumentar el presupuesto del gasto estatal.
Se requiere de una separación de los procesos culturales que tienen una inclinación económica-empresarial, y de aquellos que no lo son, contemplando el hecho que no todos pueden convertirse en emprendedores.
Se debe mejorar la situación de la educación artística, al identificar que necesita de más apoyo y financiamiento.
Es importante revisar los equipamientos e infraestructura con los que actualmente se cuentan para la oferta cultural, y unido a esto, la descentralización de los mismos.
Se propone el estudio de otros sistemas de fomento que complementen los Fondos de Cultura existentes y la creación de nuevos sistemas de premios y reconocimientos a trabajadores culturales o agrupaciones.
Frente a la comunicación de los trabajadores culturales con los entes gubernamentales, se reitera la necesidad de tener un leguaje más cercano y crear competencias a los funcionarios para lograr una sinergia y una buena gestión artística y cultural, en especial a nivel municipal.
Se deben separar las políticas para promover el sector cultural del sector creativo.
Los aportes y/o apoyos del Proyecto Trama estaban relacionados a capacitaciones, asesorías, investigaciones y formulación de políticas. De cierta forma los dos proyectos tuvieron mecanismos de apoyo no convencionales a la entrega de recursos. En el caso de Cali con un presupuesto mayor y algunas líneas de apoyo más amplias, pero también con un periodo mayor de implementación. Esto posibilitó que los resultados en ambos casos se orientaran a la formación de competencias de principio y la creación de redes. Siguiendo con el enfoque de los proyectos se destaca la priorización desde el inicio de fortalecimiento a la oferta, pero enfrentándose en la implementación con la existencia de una baja demanda de bienes y servicios culturales, realizando algunas pequeñas acciones, pero dejando conclusiones claras sobre el tema, donde se requiere de un trabajo de largo alcance para la creación de públicos. Considerando lo anterior, durante los años de la implementación de los dos proyectos y actualmente, la relación de fuentes de financiación de las organizaciones culturales en un porcentaje muy alto, depende de la formulación de proyectos para presentar a convocatorias, recursos que son limitados y que por las debilidades en la formulación por parte de estos actores sigue siendo una opción, que necesita urgentemente la instalación de otros mecanismos tanto públicos como privados, que permitan a su vez la libertad creativa.
Consideraciones finales
Si bien las Cuentas Satélites de Cultura representan una medición valiosa para demostrar la incidencia y relevancia de las ICC, en los ejercicios locales es importante acudir a mapeos, mediciones de consumo local, condiciones laborales y de formación de los emprendedores o actores, entendiendo las dinámicas a implementar a nivel puntual. Así mismo, la documentación audiovisual y escrita de proyectos como Trama e Industrias Culturales Cali, pueden dar una orientación para no iniciar de cero las estrategias de impulso para este sector, que como bien se ha mencionado en muchos espacios y documentos, nuestra curva de aprendizaje es costosa al no conocer e intercambiar buenas prácticas y lecciones aprendidas.
Estos proyectos se convirtieron en su momento en la base para el análisis de situaciones que conllevarían a decisiones fundamentales para el sector como: planes decenales de culturas; el manejo, evaluación, ajustes y creación de leyes; el entendimiento y apuesta que las diferentes instituciones están haciendo al tema; tiempos de aprendizajes y rutas, etc.
Aunque existen varias organizaciones que han realizado acuerdos, alianzas e investigaciones para el impulso de las ICC en Latinoamérica (Comisión Interamericana de la Cultura [CIC], Organización de Estados Americanos [OEA], Marco de Estadísticas Culturales [MEC], UNESCO, Sistema de Información Cultural del Sur [Sicsur], Observatorio Iberoamericano de Cultura [OIBC], Organización de Estados Iberoamericanos [OEI], Convenio Andrés Bello [CAB] y Latinobarómetro, entre otras) es necesario que se tenga una integración de procesos de manera más completa, iniciando por una evaluación de las intervenciones o acciones realizadas en los últimos años y consolidar una plataforma latinoamericana para el tema, como está sucediendo en otros continentes: Europa Creativa, la integración de países del Sudeste Asiático y Los países del Golfo Pérsico.
A pesar de que el Proyecto Trama posibilitó su continuidad a través de las voluntades de las personas que trabajaron en el mismo, sigue siendo compleja la apuesta a la continuidad de los procesos. Al analizar estas experiencias que lograron alcanzar no solo los indicadores, sino la confianza de actores y/o trabajadores culturales, no es compresible la falta de voluntades y apoyos para la continuidad de los procesos, conllevando en algunas ocasiones al no reconocimiento de los aprendizajes y a iniciar e invertir nuevamente para llegar a los mismos resultados.
A partir de las experiencias en los dos estudios de Cali y Chile, los actores culturales se dieron a la tarea de participar de forma más activa a través de talleres, reuniones informales, lectura de otros casos y compartiendo con expertos en el campo de las ICC. Estas estrategias sirvieron para que los participantes tomaran decisiones más precisas y contundentes en política pública. Aun así, se recomienda la generación de más espacios manteniendo una periodicidad mediante diálogos semestrales o anuales de intercambios y evaluación, plataformas virtuales, y encuentros académicos, y que se diseñe de manera interinstitucional, una guía que contemple indicadores de medición macro y micro económica, alimentada desde la municipalidad y los diferentes países de Latinoamérica que redunden en el beneficio de los avances de las ICC como eje transversal de desarrollo en la región.
Es necesario posibilitar la continuidad de estos pilotajes para que se puedan afianzar estructuras y de forma paralela, evaluar los avances de los países latinoamericanos con relación a: cadenas de valor para acelerar procesos de aprendizaje en los eslabones que se encuentran débiles o no existan; conocer a nivel puntual los consumos culturales de las ciudades principales de Latinoamérica para establecer estrategias efectivas entre los emprendedores; fuentes de financiación; ventajas competitivas y comparativas entre nuestros países (patrimonio, identidad); investigaciones socioeconómicas que adelanten proyecciones con relación al uso y consumo de intangibles (matriz insumo-producto, tasa de cambio, derechos de autor) y cambios en las funciones de producción en la sociedad.
A propósito del título de este ensayo “De las cifras a la realidad…”, se debe buscar un análisis más minucioso y reflexivo que permita entender lo que representa desde la oferta cada creación y cada proceso de este tipo de bienes y servicios culturales y creativos; y desde la demanda, la necesidad de crear los parámetros de promoción, consumo y fuentes de financiación de estos sectores, que conlleven a la consolidación de un verdadero modelo regional de desarrollo.
NOTAS
- Profesor de Política Cultural en la Universidad de Melbourne. Obtuvo un doctorado en la Universidad de Leeds y posee títulos en estudios de desarrollo (MSc, Lovaina), estudios culturales (MA, Lovaina) y musicología (BA, Amsterdam). Ganador del Premio de Investigación de Política Cultural 2012, que resultó en el libro Desarrollando Industrias Culturales: Aprendiendo del Palimpsesto de la Práctica (European Cultural Foundation, 2015).
- Los modelos abarcan: modelo DCMS, modelo de círculos concéntricos y el modelo de la UNESCO.
- Palabras de Othón Téllez para el evento del cierre del Proyecto Industrias Culturales (PRIC). Asesor internacional del PRIC, artista visual, especialista en educación artística y promotor cultural de las artes. Su obra plástica se ha presentado en más de noventa exposiciones colectivas y en 37 exhibiciones individuales, nacionales e internacionales. En 1990 se hizo acreedor al premio nacional de dibujo. Actualmente se dedica a su labor como artista y generador de proyectos culturales sustentables.
- Se encontraron algunos procesos similares en Argentina, España, México, y procesos de formación en Argentina, Reino Unido, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, España, Malasia, Bogotá, Medellín y Manizales.
Referencias
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