Introducción

Las soluciones convencionales para controlar el uso de los bienes y servicios ambientales han sido, en mayor medida, el pago de impuestos y los límites a su producción, y en menor medida, propuestas para disminuir el consumo (o cambiarlo), a favor de bienes ambientalmente amigables. Sin embargo, los resultados no parecen haber disminuido la amenaza del cambio climático ni el agotamiento de los recursos naturales.

En esa dirección, el presente capítulo analiza tres modelos surgidos de la economía ecológica que son novedosos y alternativos, en tanto que hacen planteamientos desde un sistema económico que incluye la naturaleza, una racionalidad dinámica, varias coevoluciones para el entendimiento del cambio climático y la formulación de políticas para combatirlo, que dejan de lado las posturas económicas convencionales, mejorando sus propuestas.

Los tres modelos son: a) Modelo Integrado de Análisis Ambiental (MIAA) (Daniels, 2010; Daniels, 2010b), b) Modelo Coevolutivo para el Análisis del cambio Socio-Técnico (MCST) (Foxon, 2011) y c) Perspectiva para el Análisis desde la Economía Ecológica (PAEE) (Bina & La Camera, 2011). El análisis se basa en una descomposición en tres momentos: preanalítico (Schumpeter, 1971), analítico-descriptivo (Schumpeter, 1971; Lonergan, 2006) y propositivo-sintético (Lonergan, 2006; Covarrubias, 2007). Se abordará cada uno de los modelos para después hallar puntos de conexión y diferencia en relación con sus propuestas contra el cambio climático.

En el desarrollo del texto, luego de esta presentación y a manera de método, se plantea el marco de análisis y después, se identifica el momento preanalítico para cada modelo de economía ecológica, se describen las concepciones y visiones del problema, se muestran los vínculos con la concepción de un sistema económico alternativo al de la economía convencional y se hacen distinciones en las propuestas de política.

Propuesta analítica de los modelos de economía ecológica

La generación de conocimiento y la consolidación paradigmática parte de científicos (con sus visiones preanalíticas) que encaran la realidad para entenderla (Kuhn, 1989) y transformarla mediante un ciclo continuo que diferencia lo conocido de lo desconocido y que avanza disminuyendo los tópicos ignorados.

Así, para esta propuesta de análisis se asume que los modelos iniciaron con las visiones preanalíticas (Schumpeter, 1971) de sus científicos y sus comunidades, y que luego pasaron por los momentos analítico y propositivo para especificar sus propuestas de política contra el cambio climático.

Se puede decir que cada investigador enfrentó parte de sus propias visiones preanalíticas (ideologías, formación, racionalizaciones, valores) para formular y trabajar su problema de investigación y generar conocimiento más objetivo gracias a la validación científica. Este primer momento se limita a las posibilidades de observación, pero muta al pasar a la racionalización del problema planteado y a la valoración de las soluciones propuestas (Covarrubias, 2007; Schumpeter, 1971; Farley, Erickson & Daly, 2005).

En el segundo momento, el analítico-descriptivo, se exponen las visiones a la realidad y se problematizan mediante preguntas que se resuelven por las formas preestablecidas: el campo problémico (el recorte de la realidad), las preguntas de investigación y los métodos (metodologías) que posteriormente son aplicados. Es este el momento del hombre intelectual, donde se inquiere, se entiende, se expresa lo entendido, y se infiere desde la comprensión del problema establecido (Schumpeter, 1971).

Una vez que se ha descompuesto el problema se pasa a la interpretación que es un momento de síntesis en el que las partes se unen para responder por la realidad estudiada. Aquí el hombre racional valora (juzga) sus hallazgos mediante la reflexión y la reordenación de las evidencias y discrimina lo cierto y lo que aún es incierto. Son resultados de este momento: las conclusiones, la división entre lo explicado y lo inexplicable, las respuestas a algunas preguntas, algunas inferencias y las posibilidades de aplicación (Lonergan, 2006).

Luego de interpretar la realidad se pasa a la proposición que, para el caso específico, son las propuestas de política contra el cambio climático de cada uno de los modelos. Este es el momento del hombre responsable (libre); aquel que toma decisiones en tanto se interesa por él mismo y por sus operaciones, y responde por la aplicación del conocimiento generado para sí mismo mediante la deliberación de su propio accionar. Asimismo, es el momento de las aserciones que permiten el cambio de la realidad (Lonergan, 2006).

Momento preanalítico de los modelos de la economía ecológica

Para la economía ecológica el sistema de agentes y el flujo del dinero de la economía convencional hacen parte de la biosfera, pertenecen a la tierra y, a su vez, al universo como un todo. La biosfera es el sistema viviente planetario que incluye los sistemas vivos, el medio físico y las relaciones entre ellos, lo cual imposibilita la delimitación del individuo racional económico y el flujo circular del dinero, por cuanto las interacciones con el medio físico transforman a los humanos y al medio. Es decir, la racionalidad del individuo cambia (Riechmann, 2009), sus actuaciones, deliberaciones y argumentaciones individuales o colectivas surgidas de sus propios valores e intereses, y con ello las posibilidades de intercambio de materia y energía.

Esas interacciones pueden entenderse como la dinámica coevolutiva de la biosfera. Las evoluciones se presentan en los sistemas biológicos, sociales, de organizaciones o instituciones, y no son armónicas. Las coevoluciones pueden agruparse en cinco tipos (Kallis & Norgaard, 2010): a) biológica, que se refiere a las interacciones entre seres vivos diferentes a los humanos: animales, vegetales y microorganismos; b) social o de las relaciones entre grupos de humanos de las que surgen la tecnología, las instituciones, las órdenes industriales, la oferta, la demanda, la población, y las políticas; c) genético-cultural que abarca las variaciones culturales y lo biológico de la evolución de los humanos; d) biosocial que acerca la evolución de humanos y no-humanos; y la e) socioecológica, que detalla las acciones humanas en relación con los aspectos biofísicos del ambiente y condicionan la evolución del sistema social (Kallis & Norgaard, 2010).

La economía ecológica también reconoce que los ecosistemas y los sistemas sociales pueden incluirse dentro de los sistemas adaptativos complejos. Estos últimos modifican su comportamiento para adaptarse a los cambios del medio por interacción o aprendizaje, lo que implica: a) interacciones y cambios en los sistemas y sus entornos que determinan jerarquías anidadas, b) diversidad de las interacciones a escala y c) bucles de retroalimentación con altos grados de complejidad y comportamientos no lineales que dificultan la predicción mediante modelos de equilibrio general con trayectorias predefinidas. De allí que para la economía ecológica sean categorías principales: la variabilidad, la adaptación, la incertidumbre, la no linealidad, la resiliencia, la trayectoria y la auto organización.

De esta manera, la coevolución, los bucles de retroalimentación y la redundancia se convierten en características propias de los sistemas y los individuos que interactúan en la biosfera, en contraposición de la maximización y la optimización racional económica como alternativa única para la toma de decisiones de las organizaciones humanas.

A su vez, la adaptación y la escala permiten intuir que los sistemas no tienen una permanencia infinita, al menos no en la forma como surgieron. El problema no es definir una escala óptima de cuánto puede crecer la economía sino cuál es la escala que permite la permanencia del sistema en el tiempo, de acuerdo con sus propios procesos y las condiciones ambientales, reconociendo su interacción con el medio y las transformaciones económicas y de la biosfera.

Momento analítico-descriptivo de los modelos de cambio climático

El momento preanalítico de la economía ecológica hace que el estudio del cambio climático parta de su síntoma, la elevación de la temperatura, y que su explicación (causa) esté en las relaciones que se presentan en la biosfera. Así, el problema de investigación apunta a entender esas relaciones y sus dinámicas como determinantes del estado actual de la organización humana con respecto al cambio climático. Ese entendimiento permite que se propongan acciones (políticas) contra el cambio climático.

El MIAA entiende la formulación de objetivos para condicionar los comportamientos humanos y sociales como una forma de relación entre los combustibles fósiles y el crecimiento económico. Estos determinan el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero de origen antrópico que causan el cambio climático (Daniels, 2010).

El MCST explica el camino hacia una sociedad con energías sustitutivas (Foxon, 2011) y la PAEE formula un marco alternativo de análisis para superar el giro verde y asumir un crecimiento limitado por la imposibilidad de sustituir el capital fabricado por el natural, además de reconocer las relaciones entre humanos y no humanos que no contempla la economía convencional (Bina & La Camera, 2011).

Como supuestos de entrada, los tres modelos de la economía ecológica admiten la posibilidad de acciones diferentes a los incentivos económicos convencionales. Su perspectiva reconoce la posibilidad de que emerjan otro tipo de relaciones que generen consumo y nuevos fines que surgen de los arreglos socioeconómicos de los individuos. Todo esto se gesta al interior de las agrupaciones de la sociedad y de su composición heterogénea, en la que se mezclan racionalidades e individuos diferentes. Para el MIAA el cambio climático puede verse como un resultado (del que los humanos hacen conciencia) de la pérdida de armonía entre las acciones humanas y las respuestas del ambiente no humano, producida por la inconsciencia sobre las causalidades recíprocas y circulares entre lo humano profundo (creencias, sistema axiológico, ética, objetivos, deseos, intenciones, prioridades, aspiraciones), sus comportamientos, sus propuestas de fines, los resultados (las realidades de) en los arreglos socioeconómicos y el entorno no humano (Daniels, 2010).

En el MCST la transición hacia la economía sostenible requiere cambios radicales en los sistemas que proveen la energía (y otros servicios para los individuos), las comunidades y los negocios, los cuales pueden combinar instituciones e infraestructuras que explican la transición sociotécnica y tecnoeconómica y sus aproximaciones coevolutivas (Foxon, 2011).

Así todos los elementos del modelo son endógenos, las evoluciones y coevoluciones son inciertas, y los procesos evolutivos son path dependent, es decir, el futuro se crea a partir de las interacciones entre las estructuras existentes. El marco permite el análisis de los procesos dinámicos que aportan en multiniveles a la transición hacia una economía de bajo carbono (Foxon, 2011).

En el tercer modelo, PAEE, el punto de partida es la inconformidad en torno al “giro verde” de la economía convencional y su propuesta de un reordenamiento del mercado global y sus alcances, desde el entendimiento limitado de las relaciones entre naturaleza y sociedad. Desde esta perspectiva, no hay soluciones por fuera del crecimiento y el mercado, y esto se evidencia en propuestas como la europea que incluye el crecimiento-desarrollo inteligente de una economía basada en el conocimiento y la innovación, la promoción del crecimiento sostenible mediante una economía más eficiente, competitiva, en el uso de los recursos más verdes y el fomento a un crecimiento inclusivo que aumente el empleo y fomente la cohesión económica, social y territorial (Bina & La Camera, 2011). Así la salida al cambio climático tendría que ver con mudarse del estudio del crecimiento sostenible a otros fines.

En lo metodológico los tres modelos apuntan a construir relaciones específicas entre los fenómenos propuestos, incorporan la incertidumbre alejándose de la construcción de funciones de largo plazo y proponen la construcción de estadios parciales en tiempo y espacio para las relaciones cambiantes de donde emergen resultados inesperados que deben ser incorporados al análisis.

En términos de relaciones, funciones y ecuaciones, los tres modelos consideran que existe una manera más amplia de entender el cambio climático. Para esto se deben vincular otros elementos a la producción y el consumo y tener en cuenta las relaciones, no necesariamente explícitas, que surgen de las maneras como se agrupan los individuos en la sociedad y cómo esas relaciones se convierten en fines que determinan las sendas, los arreglos, las instituciones y las formas que marcan el destino elegido.

Las relaciones planteadas surgen luego de un recorte específico de la sociedad o de sus resultados, lo que da lugar a conjuntos diferentes según cada propuesta. Es decir, no hay conjuntos únicos definidos como consumidores y productores para el análisis, ni tampoco relaciones (que son funciones) tan universales como consumo y producción, exclusivamente.

El MIAA propone involucrar las dimensiones ambiental, económica, ética y axiológica para entender las causas y la formulación de objetivos detrás de los comportamientos humanos y sociales. En el centro está la relación entre combustibles fósiles y crecimiento económico que determina el aumento de emisiones de GEI, de origen antrópico, que producen el cambio climático. Específicamente, este marco de análisis integra los modelos DPISR (Driving Forces, Pressures, State, Impacts, Responses) e IPAT (Impacto, Población, Afluencia, Tecnología) que explican los impactos ambientales. Estos suponen que los fines últimos y las elecciones son el resultado de un sistema ético y de valores, y consideran el bienestar humano (human welfare o human well-being) como objetivo central de la sociedad (Daniels, 2010).

En el MCST se identifica que la evolución mutua de los sistemas tecnológicos, institucionales y de estrategias empresariales permite entender los cambios industriales y económicos. En el marco coevolutivo para el análisis del cambio socio-técnico se presentan estos tres sistemas junto con el ecosistema y las prácticas de los usuarios como una manera de entender que los cambios tecnológicos se dan en contextos sociales específicos (incrustación social) y no solamente para la toma de decisiones individuales. La incrustación en este caso está dada por cambios en las instituciones y por cambios en las prácticas de los usuarios de esas nuevas tecnologías (Foxon, 2011).

Cada sistema del marco de análisis tiene su propia dinámica, pero influye y está influido por la dinámica de los otros sistemas a través de interacciones causales. Esa coevolución mutua es propensa a generar estructuras conjuntas como normas sociotécnicas, complejos tecnoinstitucionales o configuraciones socioecológicas particulares y estables en el corto o largo plazo. Sin embargo, esa estabilidad del nivel meso está expuesta tanto a la dinámica propia de los sistemas como a los cambios a nivel micro o macro. Así, el enfoque coevolutivo debe dar cuenta tanto de la dinámica de las interacciones como de la estabilidad de los sistemas.

Los sistemas ecológicos se definen como flujos naturales e interacciones que mantienen y mejoran los sistemas vivos. Esos sistemas son influenciados y limitados por los sistemas humanos en escalas locales, regionales y globales. Los actuales sistemas energéticos de alto carbono se sostienen de los restos fósiles de ecosistemas antiguos, mientras que los sistemas de bajo carbono se cimientan en los ecosistemas actuales de donde se puede extraer biomasa o aprovechar agua, aire o las olas del mar para la generación de energía. Las alteraciones o intervenciones de los ecosistemas afectan directamente a los humanos de las áreas intervenidas (Foxon, 2011).

Los sistemas tecnológicos son sistemas de métodos y diseños para transformar la materia, la energía y la información, de un estado a otro, en la búsqueda de uno o varios objetivos. La evolución de estos sistemas está limitada por reglas y supuestos compartidos, los cuales no son iguales en las escalas local, regional y global. Por este motivo, las innovaciones más radicales se presentan en nichos específicos donde las nuevas tecnologías pueden aprovecharse y nutrirse (Foxon, 2011).

Los sistemas institucionales se refieren a las formas de estructurar las interacciones humanas. La propuesta sigue la definición neoinstitucionalista de las instituciones como reglas de juego y encuadra en este sistema los acuerdos formales como marcos normativos, derechos de propiedad o modos estandarizados de organización industrial. Se dejan los acuerdos informales (culturales) como hábitos o costumbres para las prácticas del usuario (Foxon, 2011).

Los sistemas de estrategia empresarial pueden definirse como los medios y los procesos por los cuales las firmas organizan sus actividades para cumplir con sus propósitos socioeconómicos. El objetivo de una firma es generar el máximo retorno para sus propietarios, pero depende de ciertas condiciones de incertidumbre o de información, por lo cual ese objetivo puede cambiar a simplemente generar retornos, no los máximos. Para cumplir ese objetivo, la entrega de bienes y servicios es el medio por excelencia, el cual está condicionado por factores de la sociedad. Es de anotar que no todas las empresas tienen por objetivo la generación de retornos para sus propietarios, aunque su medio sea la entrega de bienes o servicios (Foxon, 2011).

Los sistemas de prácticas de usuario contienen los patrones de comportamiento culturalmente integrados sobre la satisfacción de las necesidades y deseos humanos. Si bien existen formas particulares de cómo los individuos satisfacen sus necesidades y pueden decidir sobre ello, sus decisiones prácticas y sus posibilidades están influidas por las estructuras de la sociedad. Esta propuesta es una generalización del concepto de rutina o hábito que se pone en movimiento y permite el estudio de su dinámica, en relación con la estructura del resto de los individuos. Las prácticas de usuario pueden activarse o limitarse por los sistemas tecnológicos, institucionales o la estrategia empresarial que está en coevolución con ellos (Foxon, 2011).

La PAEE, en contraposición al giro verde de la economía convencional, propone que puede hacerse un mejor análisis de las relaciones entre sociedad y naturaleza mediante cuatro cambios: a) cambio del reduccionismo de la economía convencional a los mecanismos coevolutivos de la economía ecológica, b) mudarse de la cantidad (crecimiento) a la calidad (desarrollo), c) moverse a la promoción de la justicia y d) cambio en los problemas y las soluciones (medios y fines), que implican el surgimiento de relaciones diferentes al consumo y la producción, en el sentido de la economía convencional.

Momento sintético-interpretativo de los modelos presentados

Los tres modelos en cuestión muestran la necesidad de reconocer otras relaciones en torno a las elecciones de los individuos y a la determinación de sus objetivos como camino de entendimiento de las relaciones amplias entre sociedad y naturaleza. Al mismo tiempo es necesario cuestionar algunos elementos centrales de la visión de la economía convencional como crecimiento, eficiencia, elección racional y su forma de problematizar el cambio climático exclusivamente económica.

El MIAA propone que la visión budista del mundo, el conocimiento subyacente a la naturaleza de las creencias, los fines, deseos y elecciones permiten el diseño y la implementación de propuestas efectivas contra el cambio climático.

Esa visión budista del mundo entiende las acciones humanas que generan el cambio climático desde dos de sus principios: a) hay cuatro verdades nobles que explican las raíces de las condiciones humanas problemáticas. Existe el sufrimiento, existe la causa del sufrimiento, existe un camino para finalizar el sufrimiento y el camino para detener el sufrimiento; el sendero óctuple y b) la interconexión y la interdependencia entre todo lo que existe tiene que ver con el origen y la ley del karma (Daniels, 2010).

De las dos primeras verdades nobles de la visión budista emerge que existe una insatisfacción persistente en la humanidad. A pesar de las bondades del capitalismo hay resultados en pobreza, distribución del ingreso y calentamiento global que generan críticas. Una causa de esa insatisfacción está en el apego a factores externos1 y mundanos y la creencia que pueden brindar una felicidad suprema y sostenida. Dentro de esos factores externos se cuentan los bienes (servicios) y activos materiales, y también las personas, las ideas, los roles sociales-económicos, el éxito y el estatus. Esa asociación de la felicidad con lo externo determina un estado de insatisfacción recurrente, no necesariamente permanente (Daniels, 2010).

De acuerdo con las dos últimas verdades nobles, salir del sufrimiento implica abandonar los apegos y la búsqueda de la felicidad que proviene de factores externos y mundanos. El verdadero bienestar está en buscar la naturaleza de los deseos humanos y sus relaciones causa-efecto, en un sentido holístico, ecológico e interconectado. El sendero óctuple establece un flujo natural de la sabiduría (entendimiento correcto y aspiraciones correctas) al compromiso moral (lenguaje adecuado, acciones y subsistencia) y de ahí a la regulación mental (esfuerzo correcto, atención y concentración) (Daniels, 2010b).

El MCST explica que la senda hacia una economía sustentable, de bajo carbono, puede presentarse por cambios en la tecnología, las instituciones, las estrategias empresariales o las prácticas del usuario y la forma en la que estos modifican las condiciones de los ecosistemas. Los cambios en cada uno de los sistemas no es per se una garantía de índices de emisiones carbono mínimos, ya que las propuestas se modifican en su interacción con las estructuras internas de los cinco sistemas (Foxon, 2011).

No obstante, existen ventajas de esta perspectiva. Primero, la endogenización de todos los elementos sin jerarquías dadas. Segundo, la aceptación de la incertidumbre que impide la predicción de la coevolución en el largo plazo. Tercero, la concepción de procesos evolutivos como path dependent; es decir, el futuro se crea a partir de combinaciones de las estructuras existentes y de novedades con previsión limitada. Así se amplía la sensibilidad por eventos históricos particulares que pueden tener consecuencias imprevistas en el largo plazo (Foxon, 2011).

Algunas aplicaciones del MCST provienen de investigaciones y desafíos clave de política sobre cómo transitar hacia una economía de bajo carbono. Entre las opciones están: a) analizar empíricamente la implementación de políticas energéticas y climáticas para la innovación y asimilación tecnológica de bajo carbono, b) desarrollar marcos para el análisis de la interacción entre elementos sociales y tecnológicos dentro de las posibles vías de transición a un sistema de energía baja en carbono, c) evaluar las implicaciones para el crecimiento económico de la transición hacia una economía de bajo carbono y d) apoyar el desarrollo de modelos económicos evolutivos más formales. Ese aumento en las aplicaciones permite el robustecimiento y mejor especificación del marco (Foxon, 2011).

La PAEE concluye que las respuestas a las crisis financieras y de cambio climático que brinda la economía convencional han desperdiciado la oportunidad de explorar alternativas diferentes a la económica. La ciencia económica es el punto de partida de las soluciones a ambas crisis. El cambio climático se ha convertido en el principal ingrediente para decir que es necesario redirigir los mercados hacia producciones y consumos verdes, como forma de reducir las emisiones de carbono y revalorar (monetariamente) los servicios provistos por los ecosistemas, bajo una mirada de eficiencia, a pesar de sus limitaciones y defectos (Bina & La Camera, 2011).

Esa mirada desde la economía convencional no cuestiona el crecimiento como fin del sistema si no que adecúa las posturas de desarrollo sostenible. En ningún caso es evidente la inclusión del well-being o la justicia como elementos centrales en la discusión de los fines de la sociedad. En cambio sí existe un énfasis nutrido en los medios para alcanzar el crecimiento que luce como el gran logro de la modernidad (Bina & La Camera, 2011).

Impuestos, corrección vía precio y las políticas de bajo carbono deberían impactar de forma significativa las ineficiencias y la contaminación, sin embargo, ello no resuelve el problema de las limitaciones al crecimiento. En el mejor de los escenarios es una manera de extender la vida de los sistemas de crecimiento, pero implica que en el futuro haya mayores problemas asociados a la escasez y degradación de los servicios ecosistémicos, lo que resultará en mayor competencia e inestabilidades geopolíticas (Bina & La Camera, 2011).

Se debe cuestionar la mirada de un mundo con complejidad creciente e incertidumbre desde una sola disciplina. El vínculo entre economía, ambiente y sociedad es el corazón de las crisis, no la economía sola. Ese vínculo no es solamente escasez y externalidades, es uno de dependencia de la economía y la sociedad en el ambiente. De seguir negando los hallazgos científicos que apuntan a las limitaciones biofísicas, la política económica continuará siendo injusta dentro y a través de las naciones. Las consideraciones del ambiente en las políticas recientes son insuficientes. Se necesitan cambios radicales que permitan cambiar la forma en que planteamos los problemas de modo que las dimensiones éticas se hagan visibles al tiempo que se prestan atención al riesgo, a los beneficios y a lo que los individuos valoran y por qué lo valoran (Bina & La Camera, 2011).

Momento propositivo-valorativo de los modelos

En los modelos presentados de la economía ecológica las acciones propuestas apuntan más a reproblematizar las relaciones entre individuos, sociedad y naturaleza en espacio-tiempo específicos. Allí se incluyen el riesgo y la incertidumbre (la posibilidad de cambio impredecible) como criterios para el análisis de las relaciones necesarias en la formulación de políticas contra el cambio climático. Las políticas se conciben como medios que llevan a unos fines dinámicos que también se construyen, en la relación entre individuos, humanos y sociedad.

En el MIAA se proponen tres tipos de acciones para combatir el cambio climático: unas para generar conocimiento, otras para forzar el cambio y otras para fomentar el cambio desde el interior humano (Daniels, 2010b). En el primer grupo de acciones se propone: a) investigar sobre los impactos (las respuestas “kármicas” de la naturaleza) de la tecnología en actividades económicas específicas, b) investigar sobre las verdaderas condiciones que hacen que las personas y la sociedad sean más felices (welfare, well-being), c) generar nuevos indicadores para evaluar la política (contra el cambio climático). En el segundo grupo: a) ajustar los precios del mercado de manera que incorporen la interdependencia costo-beneficio entre la producción y el consumo, b) ampliar el apoyo y la financiación de la tecnología para minimizar las fuentes del cambio climático y otras presiones, c) asistencia y política internacional para el crecimiento del bienestar y la mínima perturbación en los países pobres. En el tercer y último grupo de acciones: a) persuasión moral, educación, política social y apoyo mediático y b) cambios en los roles individuales como productores (Daniels, 2010b).

El MCST y en general los análisis de los sistemas coevolutivos, remarcan la incertidumbre, la dependencia de la trayectoria y la naturaleza acumulativa del cambio en los sistemas que coevolucionan, y enfatizan las limitaciones estructurales de los cambios. Sin embargo, también dan relevancia al papel de la agencia de los actores (Foxon, 2011).

Así, el MCST debe permitir el análisis de la trayectoria hacia una economía sustentable de bajo carbono en relación con los niveles de coevolución micro, meso y macro, las fronteras y la geografía, el poder y las desigualdades, y la recurrencia de los cambios y las crisis (Foxon, 2011).

Esto se explica por las siguientes razones: a) los procesos evolutivos se producen dentro de cada uno de los cinco sistemas, pero la dinámica evolutiva en un sistema influye causalmente en los otros sistemas; b) los cambios de la sociedad se condicionan por los servicios ecosistémicos en la escala local, regional, nacional o global, c) las presiones particulares de las empresas que apoyan negocios, estrategias o aplicaciones tecnológicas se constituyen en causas y d) no son esperables cambios graduales e incrementales. En cambio sí son plausibles transiciones multinivel por innovación y rápida propagación tecnológica o de estrategias de negocios y crisis precipitada por los cambios sociales, económicos o ecológicos exógenos al sistema de interés (Foxon, 2011).

Para la PAEE una mayor equidad en los seres humanos no se logra con “igualdad de oportunidades” sino que depende de libertades sustantivas (capabilities) para escoger y hacer operacionales las opciones que la vida y la sociedad ofrecen. Así, el desarrollo debe considerarse como ampliación de esas libertades, al tiempo que debería garantizar el derecho a un conjunto mínimo de medios para satisfacer las necesidades y un mínimo de calidad de vida. De allí la necesidad de una noción de justicia más amplia que supere la concepción dual de hombre-naturaleza y que reconozca como premisas los límites al crecimiento, la escasez absoluta de los recursos naturales y la irreversibilidad de los impactos del crecimiento en los ecosistemas (Bina & La Camera, 2011).

En su propuesta la PAEE menciona una idea de justicia capaz de abarcar la dimensión ambiental y, en consecuencia, el derecho de cada ser humano para acceder a una porción igual de recursos naturales, a una tasa igual de polución per cápita probable y al beneficio de un conjunto de opciones según los fines y valores de cada uno. De este modo, el bien común no se asimila al crecimiento económico y consumo de bienes y servicios. Se asimila a aquella forma de vida definida a través de los objetivos y valores discutidos en sistemas democráticos participativos. Las dimensiones éticas y morales de la relación entre humanidad y ambiente deben ser centrales en esta discusión (Bina & La Camera, 2011).

Los giros propuestos (mecanicismo-coevolución, cantidad-calidad y Pareto-justicia) proponen un cambio en la formulación de los problemas y en la búsqueda de las soluciones (medios y fines), mediante el abandono de las siguientes ideas convencionales: a) el problema económico, en un contexto de crisis, es la combinación eficiente (verde) en el mercado de todos los medios para alcanzar el crecimiento como fin último de la sociedad y como resultado alcanzar el máximo posible de bienestar (well-being); b) la justicia es el resultado esperado de una redistribución, a través de la igualdad de oportunidades, y del efecto goteo y c) la sostenibilidad está asegurada como resultado del capitalismo ecoeficiente (Bina & La Camera, 2011).

En cambio, la perspectiva holística que asume la complementariedad de los factores productivos limita los medios a uno solo: la sostenibilidad ambiental. El fin último es un desarrollo que abarca las dimensiones morales de las relaciones entre humanidad y ambiente. Asimismo, abandona la “igualdad de oportunidades” y se muda a la conceptualización de un mismo estatus (equal status) para cada ser humano, al tiempo que enfatiza las dimensiones éticas del bien común y el bienestar (well-being) de la comunidad como bases de la justicia (Bina & La Camera, 2011).

Comentarios finales

Se ha hecho una delimitación ampliada de la sociedad en su cambio a biosfera como eje de estudio, y los modelos presentados muestran la imposibilidad de una racionalidad única, invariable, que dependa exclusivamente de la perfecta información. Son los individuos los que deciden según criterios que varían, de manera que las elecciones también cambian por las jerarquizaciones individuales y colectivas que surgen de sus propios aprendizajes en las relaciones con los sistemas de la biosfera.

De allí se desprende que el objeto de estudio de los modelos (y de la economía ecológica) sea la relación entre los sistemas de la biosfera y, con ello, las previsiones que pasan a formas intertransdiciplinares; es en disciplinas diferentes a la economía donde se ha avanzado en el estudio de la coevolución y del comportamiento, en sentido amplio. Ello redunda en el estudio de relaciones binarias, recíprocas y circulares entre sistemas que involucran diferentes comportamientos, seres, y resultados y que no pueden sintetizarse en modelos funcionales formales.

Los modelos fundamentados en la economía ecológica permiten: a) explicar el cambio climático como resultado de las relaciones entre sociedad y naturaleza, b) el surgimiento de soluciones alternativas con base en esas relaciones y c) conceptualizaciones diferentes de vida, sociedad, medio y fines, de manera que los cambios propuestos para el estudio de las relaciones entre los humanos y la naturaleza pase por la incorporación de categorías como comportamiento, complejidad, estados emergentes y resiliencia. De esa manera, se estaría pasando de un único individuo racional de la economía convencional a miradas más integradoras, sin determinismo, que reconocen la incertidumbre y un conocimiento parcial de la realidad.

Notas

1 Dentro de esos factores externos se cuentan no solamente los bienes (servicios) o activos materiales, sino también las personas, las ideas, los roles sociales-económicos, el éxito y el estatus (Daniels, 2010).

Referencias