Sinopsis
La reforma de 1918 y principios dados por la UNESCO propiciaron un perfil de docente investigador “cantautor” (con letra y música generada desde la investigación), seguro de sí mismo, íntegro en valores y compromiso social. El perfil ideal y competente para motivar el pensamiento crítico, lógico, epistemológico, el cuestionamiento, la problematización y la verificación: formar integralmente al ser humano. Estos logros en algunas universidades (Torres Oscuras) de la región se fueron diluyendo con el tiempo hasta una situación prereformista, reproduciendo mediocridad del corpus docente, pactos de mediocridad docente-estudiantil, corrupción académica, etc., y promoviendo una educación replicativa, dogmática, amparada en el principio de autoridad, carente de valores y de credibilidad. Todo ello traducido en la proliferación de pseudociencias y su propagación en las aulas, redes sociales y sociedad en general: pseudoeducación. Los profesionales formados en este marco transfieren su frustración e imposibilidad de argumentar a patologías (trolls, haters y síndromes como Dunning Kruger, Procusto, Frankenstein, Kori, falacia ad hominem, etc.) que se evidenciaron en forma exacerbada en la virtualidad durante la pandemia COVID-19. Esta situación puso en evidencia la urgente necesidad de retomar la mirada crítica de la academia (autoridades, docentes y estudiantes) con el fin de volver a los principios reformistas y posreformistas (UNESCO) que permitan recuperar la credibilidad y confianza social, así como capitalizar el talento humano legítimo, social y creíble en el corpus docente en un contexto aristotélico que incluya el logos, el ethos y el pathos (las evidencias, los valores y la empatía) como parte del discurso.
Palabras clave: Pseudociencia, pseudoeducación, academia, principios reformistas y postreformistas, comunidad virtual, pandemia COVID19.